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Sergio Rodríguez

Recordamos uno de los reportajes realizados por La Ventana, al poeta Sergio Rodríguez, referente fundamental de la poesía de Salta y uno de los grandes poetas que dió Argentina. El reportaje fue realizado en agosto del 2003, y al leerlo podrán darse cuenta de la vigencia de Sergio y sus conceptos. Esperamos que lo disfruten tanto como nosotros.

Sergio Rodríguez, el poeta de las cosas simples...

La intención de realizar un reportaje ordenado a Sergio Rodríguez se diluyó al minuto de comenzada la charla. La autoridad de cada sentencia suya hizo que me olvidara del grabador para poner la mayor atención posible en sus palabras, en sus expresiones, en sus sentimientos...

El tema es la poesía, su belleza y Sergio despliega un arsenal de ideas que apabulla, que nos lleva a lugares maravillosos, a compartir charlas con poetas enormes que le dieron a Salta la grandeza que hoy tiene. La vieja bohemia de hermosas charlas...

-Cuando nos reuníamos con Manuel Castilla, César Perdiguero, José Ríos, eran hermosas las charlas, hacíamos silencio para escuchar al que traía en un papel su última poesía, su último soneto... pasábamos noches espectaculares porque era un grupo de gente excepcional. Perdiguero nos llamaba la "gente de los vinos mansos" porque éramos capaces de pasar una reunión agradable, linda, de amigos, sin que nadie dijera pullas o cosas fuera de lugar.

-La poesía y la vida bohemia que se hacía era muy linda porque se compartía todo, entre los escritores había un acercamiento permanente, se tenía el concepto fundamental de que los que estaban en el ambiente eran creadores de belleza. Todos disfrutaban de lo que escribía cada uno. Hoy eso no pasa porque poco a poco esa bohemia fue desapareciendo.

Le pregunto el por qué de esa desaparición y su idea de las nuevas generaciones de escritores.

-Hoy hay muchos entusiasmos pero no un volcar una vida a la creación. Para mí la poesía es un don como la fe, no se adquiere así porque sí. Hoy se ha dejado de leer y resulta que no puede existir escritor sin lector. Antes leíamos mucho y eso despertaba nuestra imaginación, hoy los chicos prefieren ver televisión y se olvidaron de los libros.

-A todo aquel que tenga inquietudes literarias uno le recomienda leer, leer mucho y especialmente a los clásicos. Mucha gente se molesta cuando se les dice esto pero yo siempre recuerdo lo que me dijo don José Fernández Molina, un profesor de letras muy recordado en Salta, y que fue muy importante para mí: "...empezar a escribir es como saltar un arroyo, si uno se para en la orilla y trata de saltar seguramente caerá al agua; en cambio si retrocede unos pasos y toma impulso seguro que lo va a saltar. Ahí está la cuestión, retroceder unos pasos... por eso hay que leer a los clásicos.

-Hay algo que es fundamental, los chicos y los no tan chicos no saben leer, escriben poco y leen poco. Antes la lectura era una cosa diaria en la escuela. Cuando un chico no es capaz de llevar una lectura ágil, deja el libro y pone la televisión. Después vienen los problemas en la secundaria o en la universidad, porque ¿qué se hace si no se es un buen lector?

La claridad de los conceptos que vierte Sergio es notable y obliga a una atención muy especial para comprender lo que pasa hoy con la poesía.

-Es muy raro que los estudiosos de las letras sean buenos escritores, pero sí son muy buenos críticos. Por eso se dice que "de los malos vinos salen buenos vinagres".

-Digo que el que nació con el don de poder transmitir algo en forma bella debe agradecerle a la vida que así sea y la trascendencia es inevitable. ¿Cuál es el goce del escritor, del pintor, del músico, del poeta? Que la gente disfrute de algo que uno fue capaz de crear, ese es el fin fundamental de un artista y el mejor premio es el aprecio de la gente.

La charla fluye naturalmente, la simpleza de las expresiones del poeta vuelan otra vez hacia el reconocimiento a los grandes maestros de la literatura y la poesía salteña.

-Cuando me remito a ellos, lo hago porque son un poco las bases de la literatura salteña. A partir de don Juan Carlos Dávalos salieron valores excepcionales que trascendieron por lejos las fronteras de Salta y las fronteras del país, puedo nombrar entre otros a Manuel Castilla, Antonio Nella Castro, Walter Adet, Jacobo Regen, una cantidad enorme de poetas que si no fueron más allá en el conocimiento de la gente fue por el hecho de haber nacido en Salta. Lo que sucede es que Buenos Aires es muy absorbente y siempre hay que irse allá porque Buenos Aires es el faro que irradia hacia todo el país.

-En algunos casos escritores porteños hablan de la poesía regional refiriéndose casi peyorativamente a la poesía del interior del país. Es como si ellos fueran los artistas y los del interior fuéramos los artesanos de la palabra. Pero eso también lo hace Salta con respecto al interior de la provincia, pasó siempre y es porque las posibilidades no están tan cerca. No obstante, los salteños nos sentimos muy bien porque todos saben que Salta tiene sus valores y eso no hay manera de negarlo.

Sergio Rodríguez integra la llamada Generación del 60...

-Después de Juan Carlos Dávalos viene una corriente literaria integrada por Manuel Castilla, Raúl Aráoz Anzoátegui, y un grupo de escritores de Salta que forman el Grupo La Carpa, ese grupo hace una proclama que es bastante soberbia porque en una de sus partes dice: "...somos concientes de que con nosotros nace la literatura de Salta..." o algo así, pero indudablemente de un talento espectacular. Luego, en los años 60 se forma en Salta, y allí participo yo también, el grupo Presencia. Estaban entre otros, Aparicio, Hugo Alarcón, Petrocelli, Ovalle, Gandolfi, Carreras, entre otros; quedan como un grupo intermedio entre La Carpa y Presencia una serie de grandes poetas como Walter Adet y Jacobo Regen. Luego de la llamada generación del 60 no se formaron más grupos ni existieron proclamas, porque aunque fueran un tanto soberbias, le daban una tónica que es propia del ímpetu de la juventud.

-El banderín de la poesía de Salta lo lleva en un primer momento don Juan Carlos Dávalos, muere don Juanca y agarra el banderín Manuel J. Castilla y desde que murió Castilla hasta hoy el banderín anda sin dueño. No surgió todavía una figura descollante como aquellos, surgieron muchos buenos pero no pudieron destacarse netamente del grupo. Es por eso que el banderín sigue dando vueltas.

Y volvemos al motivo que nos une, la poesía...

-La poesía, aun la poesía libre, tiene su música propia, tiene su fondo de melodía. Es fundamental entender la poesía, la gente no compra libros porque no la entiende. Hay una gran verdad: no se debe recurrir a la oscuridad para parecer profundo. Para escribir hay que saber ciertas cosas básicas, la poesía no es un arte visual, debe ser muy simple y en la simpleza está la belleza. En definitiva, la poesía es una sola. En la medida que cambian los tiempos cambian las formas pero los valores fundamentales que hacen a la condición humana son inamovibles.

-Yo critico a aquellos profesores de literatura y lengua que hacen de su materia una materia tan rígida y tan odiosa. Las horas de literatura y lengua tienen que ser horas de recreo, hacer leer a los chicos una poesía, participar, jugar con las letras, y no que los manden a averiguar esto o a buscar lo otro en la biblioteca sobre distintos escritores... así se pierde la magia y esos profesores quieren hacer valer su materia con severidad y se olvidan de lo más importante: enseñarla. Sería muy lindo que nuestros niños lean más la literatura de Salta, que la amen, que la sientan. Esto es lo que me hace dudar sobre la capacidad de los profesores. Los grandes profesores llegan al niño con persuasión y entonces logra que amen la materia y no que la odien.

Sergio Rodríguez, el poeta de las cosas simples...

Quedaron miles de temas que por razones de espacio no publicamos pero es una excelente excusa para volver a visitar a este hombre de mirada mansa y apacible, de voz pausada y dueño de una pluma enamorada que no necesita del papel para eternizarse... la voz del poeta escribe páginas a cada momento... 

- Lo que vale de la creación es lo bello, la música, la pintura, la poesía, pacifican los espíritus y pacificando los espíritus se contribuye a un mundo que debería ser realmente para disfrutar... creo en eso y creo que si no cambiamos a tiempo vamos, no a la desaparición del mundo sino a la desaparición de la especie humana, y los que queden serán los merecedores de volver a los lagos azules, a las aguas limpias, al aire puro, pero empezando de nuevo desde alguna caverna.

Volvemos al niño que el poeta lleva consigo y vuelven a su memoria los primeros pasos en aquello que lo marcaría de por vida.

-Cuando yo tenía 16 años, ya llenaba cuadernos, papeles, hojas, y una vez compuse una poesía que se llamaba Primavera y resolví llevarla para ver si me la publicaban en la página literaria del diario El Tribuno. La puse en un sobre y cuando llegué a la puerta del diario me agarró la "persecuta". Me daba vergüenza entrar así que le encargué a un changuito lustrabotas que estaba en la esquina que me llevara el sobre y lo entregara a alguien adentro del diario, le pagué veinte centavos y me quedé cuidando el cajón hasta que volvió y me dijo que lo había dejado. Así pasó ese domingo, y grande fue mi sorpresa cuando al domingo siguiente regresaba a mi casa y mi Mamá, que me estaba esperando, me recibe diciendo: "¡Qué hace mi poeta!". Habían publicado mi poema. Fue el 22 de septiembre de 1952.

Numerosos premios avalan su trayectoria aunque él mismo los minimice llamándolos circunstancias.

Ganador de 30 premios provinciales, 10 premios nacionales, 3 internacionales, un trabajo suyo está en el Museo de García Lorca, en España, Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Salta, entre otros.

Nos despedimos con la promesa de repetir este encuentro... 

¡¡¡Gracias Sergio!!!

La Ventana

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