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Personalidades

Andrés Gauna : “Color de pueblo”

Nota realizada para el Semanario La Ventana en Abril del 2001

por Daniel Ceballos

Andrés Gauna

COLOR DE PUEBLO…  (Parte 1)

 

Como una dulce morada de sueños en las que habitaban luceros, la Salta de antes alborozaba su esperanza porque llegaba a sus días un niño, que luego hombre, vendría a redescubrirla, a correrle el velo, a quitarle el maquillaje, a mostrarla desnuda, gimiente y herida, desde lo más hondo de su esencia, más allá, mucho más allá del paisaje.

Casi como presagiando el camino, desde niño, este alquimista del color encontró oposición para dar rienda suelta a su expresión. En la misma casa paterna se armó la resistencia. La madre, dentro de sus remotas posibilidades, apoyaba al creador que habitaba en su rebeldía de niño.

El padre atesoraba un inmenso río de campanas por su música, pensaba que el sinónimo de lo improductivo era justamente el dibujo, la pintura, por lo tanto, habría de ser un duro adversario para el hijo soñador de imágenes.

A pesar de tanto rechazo, encontrando tal vez en él un impulso inusitado, el artista fue modelando su arte como un alfarero de libertad.

El soñador que les cuento siempre vuelve en la nostalgia a sus primeros años y recuerda:

 

“Nací en Salta, hasta los seis años viví en Santiago del Estero y Alvear. Éramos muy humildes.  Mi padre era músico, tocaba el trombón. Muy recto como buen criollo. Se dice que seríamos descendientes de Calixto Gauna, estamos averiguando”. “Mi madre era hija de bolivianos. Mi primera inserción en la primaria la hice en la escuela Alberdi”.

 

Sus ojos cobran un brillo infinito y en la redonda luz de la mirada asoman ríos de nostalgia, se vuelve niño otra vez y recuerda: “…luego nos fuimos a vivir a Villa Soledad, teníamos un patio de tierra, la casa era muy precaria. El agua que utilizábamos la extraíamos con una bomba. Este cambio de residencia me llevó a continuar mis  estudios primarios en la Escuela 390 . Allí comenzaron mis primeros trazos. En aquella época solíamos tener dos cuadernos, uno para la escuela - el tapa dura -  y otro para la casa; tomé la decisión de utilizar el de la escuela para dibujar, entonces las tareas las hacía en papeles sueltos, por lo tanto, un día la maestra decidió comunicarle a mi padre que me regalaría un cuaderno puesto que yo le solía decir que usaba papeles porque no tenía dinero para comprar un cuaderno”.

DESDE ALGÚN LUCERO SIEMPRE RECIBE ACUARELAS…

 

Este artista siempre fue resistido, pero también la vida supo regalarle pinceladas de caricias a sus sueños. Por eso son postales del alma las emociones que impregnan los ojos del pintor al recordar con ternura el gesto amigo del tío aquél que supo aceptarlo y de alguna forma apoyarlo. 

En la memoria donde cabe el olvido vienen los momentos del ayer a este presente y entonces Andrés se enciende y cuenta: “Tenía un tío que viajaba mucho, era aviador, él siempre decía: ¡hay que apoyar al chango! Antonio Millán era su nombre, él me regaló mi primera caja de acuarelas y también témperas, el creía en mi”. Supera la emoción, se acomoda y sigue… “Por aquel entonces la casa había sido ampliada, mi padre puso un almacén en ella, yo lo atendía. Mi jornada comenzaba temprano, a las cinco de la mañana entraba a trabajar en una panadería, salía de ella y partía hacia la escuela, cuando regresaba atendía el almacén. En una oportunidad  mi padre se fue por unos días al norte  a trabajar con su música, había una pared recién pintada de blanco y se me dio por pintarla. Dibujé una serie de historietas. Mi padre regresó… cuando vio la pared se enojó y me pegó. En mi ingenuidad pensaba que le iba a gustar y que además dejaría de combatir mi pasión, pero lamentablemente no fue así”.

 

ASI NACIO EL ANDARIEGO…

“Se acercaba un 9 de julio, yo tenía 11 años e iba a la escuela. A la maestra se le ocurrió plantear a la clase cómo encarar el acto, se me ocurrió decirle que hiciéramos una representación con títeres, le gustó la idea. Me comprometí a confeccionar los mismos, los hice y así fue que realizamos la representación con títeres.

Subtitulaba este fragmento diciendo “Así nació El Andariego” porque Andrés Gauna con el paso del tiempo, conformó su compañía de títeres El Andariego, con la que recorrió casi toda America Latina.

Los títeres lo siguen acompañando, son los amigos del alma en su corazón de niño. En la actualidad, da clases en Buenos Aires y realiza presentaciones, sobre todo en villas miserias, hospitales, paseos y plazas. Actitudes que hablan de un gran compromiso de vida.

Gauna no inventa esperanzas, hace de sus pasos una luz esperanzada…

HONRAR LA MEMORIA CON GRATITUD…

 

Hay quienes se dicen artistas, a veces lo son, y adoptan una postura omnipotente como si lo hubieran sido siempre. Para ellos no existieron maestros, fueron a escuelas, academias, institutos… pero no recuerdan nombres de nadie. Algunos se definen como autodidactas pero se olvidan que los libros, publicaciones u otros referentes han sido creados por personas… quedan entonces como nacidos de la nada, como venidos del espacio, casi dotados de una genialidad tal que muchas veces me lleva a pensar que no existen. Como para tener una idea de adónde los puede encontrar le digo que solo basta mirar. Estarán en las grandes reuniones, en las páginas de los diarios, en velatorios de acaudalados, colgados de las paredes cómplices que retratan a notables, en los programas de televisión. No los busque en los barrios periféricos, en una ruta cortada por hambre, en una actitud solidaria, no los encontrará en las salas de espera de los hospitales, tampoco habrá de hallarlos en un cuadro que denuncie el dolor o la injusticia. Más cuando aparecen uno siente que andan sin estrella,  es decir que brillan por sus ropas y zapatos, no destellan ni una pizca de arte puro en sus miradas. Siempre miran desde arriba, no sienten gratitud por nadie ni por nada porque sólo cabe la soberbia y la mentira en sus actos… en suma nada.

Por el contrario, el artista real, consustanciado con su origen de pueblo suele recordar con un enorme manto de humildad a los que le alumbraron el camino y lo hace emocionado, agradecido: “En aquella escuela tuve por primera vez un profesor de dibujo. Había un locutor que tenía un programa de radio, muy escuchado, los sábados por la tarde, era Sergio Ricardo Pérez, estaba en Radio Nacional, difundía música del recuerdo, romántica. Sergio había estudiado dibujo por correo, creo que vivía cerca de la escuela 390, allí daba clases a chicos que quisieran aprender. Las clases eran lunes, miércoles y viernes, de 18.30 a 19.30. Con él aprendí mucho, hice mis primeros efectos de luces y sombras, figuras geométricas. Fue muy importante para mí”.

Siempre digo que los grandes, los que son, los verdaderos, los que brillan con luz propia más allá de las sombras que tantos quieren imponer con la indiferencia… SON MARAVILLOSAMENTE HUMILDES. No necesitan parecer ni adoptar poses porque simplemente SON.

 

Y EL BOHEMIO COMENZÓ A VOLAR…

 

Con sólo un puñado de años en sus espaldas, quince, un millón de ilusiones y escapando de la batalla por ser lo que quería ya que su padre redoblaba su oposición al destino del pintor, Andrés se marchó en busca de nuevos horizontes -como todos los que un día nos fuimos- a Buenos Aires. En su alma llevaba la bendición de una madre que habría de llorar su ausencia enjugando el llanto por saber libre a su pájaro herido. 

De su estadía en Bs As. recuerda la generosidad de un tío que albergó sus primeros pasos: “Aguilar de apellido”, hasta que comenzó a ganarse la vida en diversos oficios.

Así pasaron cinco años. A su regreso a Salta, Andrés recuerda las duras palabras de su padre: “…yo vagos no voy a soportar acá”, ante tamaña advertencia comenzó a buscar trabajo, fue a visitar a un tío que era comisario y le dijo: “Tío, necesito conseguir un laburito porque quiero trabajar, no voy a estudiar porque el viejo no quiere que estudie -  había terminado el secundario - mi viejo no quiere que esté en la casa, dice que vagos no va a soportar, necesito trabajar. Así entré a trabajar en la parte judicial de la policía como una especie de cadete administrativo. Paralelamente a esto me enteré que la escuela de Bellas Artes convocaba a inscripciones por un nuevo Plan de Estudios, allí comenzó mi estudio académico del arte”.

AQUELLOS DIAS DE LUCHA…

 

Gauna recuerda su paso por la escuela de Bellas Artes como un hecho trascendente, no tan sólo desde lo artístico, sino desde el plano social.

Formó el primer Centro de Estudiantes que existió en ese establecimiento, su carisma despertaba en los compañeros de estudio mucha aceptación y de esta forma llegó a ser Presidente del Centro de Estudiantes de Salta.

Como una breve pincelada de aquellos días las palabras del artista nos reflejan aquel panorama: “Las reuniones del centro de estudiantes las hacíamos en el Colegio de Jesús. Allí organizábamos marchas, manifestaciones, hasta huelgas. Por aquél entonces impulsamos la primer huelga de estudiantes realizada en Salta, precisamente en la Escuela de Bellas Artes”.

“Estuvimos tres días de huelga con piquetes de huelga y todo. Nadie entraba a clases. Este tipo de actividades me generaba casi constantemente problemas, sobre todo por mi trabajo en la policía, tanto que cuando llegó la dictadura me obligaron a renunciar porque figuraba en una de las listas que ellos confeccionaban”.

“Al quedar sin trabajo mi vida se vino abajo, mi compañera decidió dejarme, se llevó los dos hijos que teníamos, así llegó la noche a mis días, en la más absoluta soledad, pero con la fidelidad maravillosa de mi gran pasión: la Pintura”.

Andrés Gauna no es un pintor que busca la belleza del color sino las voces que habitan en él. Son voces del alma que hablan, que gimen, que lloran o que gritan porque tienen vida más allá de lo bello, tan aquí de una lágrima.

En la edición Nº 30 de La Ventana continuaremos con la segunda parte de la historia apasionante de un hombre comprometido con su gente, de un artista notable que con sus obras trascendió las fronteras de su tierra, para que Salta sepa y valore a un grande de verdad:  ANDRES GAUNA…

 

Andrés Gauna

COLOR DE PUEBLO…  (Parte 2)

Ya el dueño de espejos de pueblo prepara su inmensa caravana de rostros anónimos tatuados en su conciencia y también una hilera trasnochada de nombres figurones que pretenden trastocar su mirada.  Muchos de ellos se acercaron sólo para estar en la juntada desvergonzada de los que no son nada y pretenden adueñarse de la desesperanza, entonces es cuestión de aparecer en todos los actos públicos y como son los que manejan el sistema, hasta hablan, pero por supuesto que no dicen nada.

 

Los otros, los que van en su corazón, son los que como siempre encuentran en el pintor un poco de sí, se ven reflejados en el compromiso permanente de Andrés Gauna.

El dueño de los colores del pueblo comienza a partir con rumbo a otra lucha anónima y trascendente, lo esperan miles de dientes apretados que serán imagen en su arte.

Prologaba de esta manera la continuidad de la nota, porque el pasado martes 17 de abril, luego de idas y venidas, tuvo lugar – finalmente – la inauguración de la Plazoleta en homenaje al Dr. Héctor J. Cámpora, acto en el cual sobresalió de manera contundente un mural alusivo realizado por Gauna. Acto en el que una parte importante del pueblo trabajador se dio cita para testimoniar su agradecimiento al artista que con su trabajo los rescató del olvido permanente.

Tan fuerte resulta el amor recíproco que se renueva entre Gauna y su público, que las pocas veces que mezquinamente fue nombrado, la concurrencia trabajadora estallaba de alegría y emoción.

Como una gran contradicción de todo lo vivido en esa jornada me queda aquella marcha militar “Avenida de las Camelias” con la cual la Banda de Música, con castrense postura, recibía la llegada de las autoridades.

Paradojas de una historia que no somos capaces de superar. Hubiera sido lindo una zamba ¿No?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Andrés Gauna en la Redacción de La Ventana con María Rosa Tanús, autora de las ilustraciones de la parte 2.

DOS SENDEROS DE NOSTALGIA EN LOS OJOS…

Retomando las vivencias personales de Andrés Gauna, luego de la llegada de la dictadura que lo dejó sin trabajo y sin familia, tuvo que luchar solo.

Así lo recuerda: “Andaba peleándole muy duro al hambre y la soledad. A esta altura ya había alcanzado el título de maestro. La profesora Martel se apiadó de mí y me ofreció que la reemplazara en el Colegio de Coronel Moldes, ella tomaba licencia o algo así, yo acepté y tomé sus horas. Por entonces estaba de Intendente Aldo Marino, rápidamente empezaron a conocerme. El me contrató para hacer dos esculturas: una a la Madre y la otra a Stella Maris, con el dinero que me pagaron me compré un equipo de sonido, conseguí que un vecino me prestara unos discos y así emprendí la tarea de poner música en reuniones familiares, luego empecé a animar dichas reuniones hasta llegar a oficiar de animador en bailes, domas, etc.”.

Cuando Gauna se abraza a los recuerdos, por sus mejillas agrietadas de tiempo, dos manantiales de ternura comienzan a humedecerlas tímidamente. “Seguía con mis clases y se dio que el profesor de Educación Física de apellido Alvarado renunció, ante esa vacante asumí la responsabilidad de hacerme cargo de esas horas y me convertí en su reemplazante, como consecuencia de ello se profundizó mi relación con los jóvenes. Así surgieron una serie de actividades hermosas, organizamos el primer encuentro estudiantil de fútbol del Valle de Lerma. Hubo asado para todos, cada uno de los integrantes de aquella comunidad cumplía una función especial en esa enorme cadena de amor. Unos cocinaban, otros ponían las mesas, algunos comerciantes aportaban la bebida, la finca Ampascachi donó la vaquillona, en fin… fue hermoso”.

 

AQUELLA INCURSION COMO FUNCIONARIO…

Quiero ser confidente con Ud. amigo lector y contarle lo grande que fue mi sorpresa cuando Gauna me contó de su experiencia como funcionario de la municipalidad de Moldes, no por su formación que sin duda es muy importante, sino por saberlo un pájaro libre y libertario, un germinador de conciencias, un luchador incansable, un idealista… un hombre sin precio.

En relación con su participación en aquella estructura municipal Gauna recuerda: “Por aquella época el intendente Casimiro Moya - Año 1984 – es quien me propone ser Director de Cultura, Turismo y Deportes. Aquél ofrecimiento era la consecuencia del inmenso trabajo social que venía desplegando con los alumnos del colegio secundario, apoyado por esos jóvenes acepté la propuesta y empezamos a trabajar, pero no duró mucho porque los políticos tienen una forma muy particular y yo soy un laburante. Antes de irme renunció el Secretario de Gobierno e inmediatamente fui designado en ese cargo, ese fue el principio del fin. Vino gente muy humilde a verme para que le consiga camas, fui a ver como estaban viviendo y me impresionó la precariedad en la que estaban, al otro día me llegué a Bienestar Social de la Provincia y expuse el problema.  La respuesta fue urgente, enviaron nutricionistas, asistentes sociales, etc… pero, por el contrario a lo que yo pensaba, mi gestión causó malestar en el Intendente, al otro día me pidió la renuncia, por eso me fui. Previo a una fuerte discusión con él. No pude callarme ante la injusticia y aunque hubo reclamos populares para que vuelva, me fui. No sirvo para ser cómplice”

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Andrés Gauna con Daniel Ceballos, Alejandro Mayta y José Tanús en la redacción de La Ventana

 

GAUNA, ES COMPROMISO SOCIAL…

 

Gauna continuó sufriendo de actitudes intolerantes aún en plena democracia, le secuestraron cuadros: “Corría el año 1991, la líder indígena Octorina Zamora realizaba una huelga de hambre en el atrio de la Catedral en Salta, yo me conmoví por el reclamo de las tierras para los hermanos aborígenes, llevé los cuadros en adhesión a aquella lucha. Ya el fascismo hacía saber que estaba vivo… en una nota de Crónica del NOA decía: En el reclamo de las tierras se dejan ver entretelones de ideología subversiva en la pintura tétrica de Andrés Gauna, famoso pintor iconoclasta de una ideología muy de extrema. Este fue un anuncio previo al secuestro de los cuadros. Al margen de esta lucha tenía otra que era la de estar con mi madre que había caído muy enferma, así llegué hasta su fallecimiento un 10 de noviembre, ese mismo día desalojan a Octorina Zamora y secuestran mis cuadros”.

“En aquél procedimiento son detenidas algunas personas, que con el correr de las horas recuperan su libertad, pero mis cuadros quedan presos para realizarles un estudio ideológico. El gobernador era Ulloa y el ministro de gobierno Puig.  Yo me  enteré del secuestro de los cuadros en el velorio de mi madre. Vinieron unos amigos a darme la noticia. Lo tomé con calma y me di un mes de plazo para comenzar la pelea por la restitución de mis cuadros. No sé por qué extraña razón todas las cosas determinantes ocurrieron los días 10. Así fue que el 10 de diciembre me encontré con López Arias, allí se comprometió a gestionar la devolución de mis cuadros. El 10 de enero de 1992 nos volvimos a encontrar y me dijo: Todo el problema de los cuadros se lo dejé a Pérez Esquivel. Pasó el tiempo hasta que un día 10 de marzo estaba en mi casa desayunando y escuchando la radio me entero que el reporteado era justamente Pérez Esquivel, llamo por teléfono, me ponen en contacto y le digo que quería saber qué pasaba con mis cuadros secuestrados, él, sorprendido me contesta: Yo no tenía noticias, recién tomo conocimiento de esto, luego le voy a informar. Pasó el tiempo, siguió mi lucha por recuperar mis cuadros, luego de mucho manoseo me los devolvieron el 23 de agosto de 1993.”

 

GAUNA TIENE MEMORIA…

 

El artista recuerda con dolor algunas actitudes de colegas que se reunían para dilucidar si apoyaban o no su reclamo. Dice que cuando le devolvieron los cuadros varios se acercaron para acompañar, pero tiene presente que fueron otros los que siempre estuvieron de acuerdo con su reclamo, entre ellos la cantante Claudia Vilte y el único que hizo un reclamo público a través de una carta de lectores fue Guillermo Petrón.


HASTA SIEMPRE HERMANO PINTOR…


Continuar contándoles sobre la vida del artista sería casi interminable. Sin duda que sus vivencias, su talento, su compromiso ameritan la publicación de un libro en el cual exista el espacio y el tiempo necesario para no perder ni un instante de la vida de este hombre que despojado de las poses elitistas transita fiel a su destino: Ser por siempre un andariego con acuarelas lastimadas que lo lastiman y tiñen con crudeza los colores de sus obras, es que este pueblo se desangra más allá de la ficticia esperanza que algunos quieren inventar para desvirtuar su existencia y hacerle perder su conciencia proletaria.

Hermano pintor… desde este humilde rincón echamos a volar las palomas del alma para que siempre te acompañen, para que estén y vuelen con vos, para que se nutran de tu magia y para que sientas que con ellas van retazos de corazones desvelados que desde estas latitudes tratan de abrir la ventana para que entre un sol distinto que nos devuelva, cuando rompa el alba, la comprometida acuarela de Andrés Gauna. Hasta siempre…

 

La Ventana

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